jueves, 22 de octubre de 2009

Lágrimas del Cielo


Llueve...
tras mi gélida ventana llueve, y yo expectante poso sobre ella mis dedos, mientras su silueta se marca en el mojado cristal. Son ellos la única fuente de calor, resquicio de vida que se vislumbra entre el juego de los espejos.

Contemplo... el mundo tras ellos. Parece tan real, tan ageno a mi existencia, que me hace preguntarme, ¿quién se entristecerá más? él... ¿o yo?
Los pasos de la gente chapotean en la acera. Raudos, nerviosos, malhumorados por el tiempo.
Y es que sigue lloviendo... las nubes derraman tristes lágrimas, que caen con melancolía sobre las copas de los árboles, sobre la hierba del suelo, sobre nuestras calles. ¿Qué sentimiento tendrán ellas? Para llorar tanto, para sentirse tan tristes y desamparadas, queriendo desahogar su agonía, en una mezcla de gritos y gotas.

Quizás se sientan solas. Ahí arriba, tan lejos de cualquier mano amiga. Sin nadie que las sostenga... tan sólo nos miran. No hay más triste desgraciado, que el que invisible observa la vida... sin poder vivir.
Cojo sus lágrimas entre mis manos... siento como si cada una de ellas transportara una silenciosa emoción. Y, sin que nadie lo sepa, las comprendo.

Me doy la vuelta y me escondo, como ellas, esperando el momento... en que rompa a llorar.

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