domingo, 30 de diciembre de 2007

Vínculos con el Pasado


Qué intenso... el tic tac que marca las horas se ha tornado un insistente contrarreloj, el cual me recuerda cuán cerca estoy del final, lo pronto que me aproximo al precipicio del principio.
No temo darme la vuelta ahora, quizá sea el momento de apretar el corazón con fuerza y mirar lo sucedido de frente, tantas vivencias en tan poco tiempo... hasta llegar al presente. Te bauticé compañero que me emocionaste e hiciste llorar, tú del que ya puedo despedirme...
2007, el año del lamento.
Nunca un número significó tanto... Empezaste a entrar en mi vida sigiloso, callado como un felino aguardando a su presa... de vez en cuando escuchaba pasos en mi espalda, ¿qué tratabas de decirme? En el fondo me advertías, ¿o sólo aguardabas la ardiente explosión? En los primeros pasos que diste como bebé, infante que fuiste pasado año, te alzaste de la cuna de seda con espadas en ambas manos... dispuesto a matarme. Esperaba que vinieras, rogué que no aparecieses... pero te transformaste en bestia de mil dientes, destrozando con tu arma un temeroso corazón. El día en el que me mataste, me robaste la vida y mi alma salió volando de mi cuerpo, será recordado eternamente, como quien fue su asesino. Sólo quedó en mi una caja, vacía y carente, ojos sin brillo de vida, mirada ciega cargada de dolor. Una nueva edad llegó a mi existencia, te propusiste entonces acabar conmigo... Separaste e hiciste huir ya mi alma, sólo quedaba el cuerpo, fácil a tu alcance... Otro de tus días que jamás borrará mi memoria, pensé de verdad, que iba a morir.
El reloj continuó avanzando. Dejaste de ser un niño, creciste y pretendías que yo lo hiciera a tu lado... pero no podía seguir tus pasos, en este camino de rocas, pensando que todo estaba perdido. Me dejaste ciega, sin ver el horizonte, palpando, dando vueltas a mi alrededor. En la miseria del autoengaño decidiste depositarme, regodeándote de toda esta sinrazón.
Fantasma fui, en espíritu fui convertida, mirando al cielo mientras rogaba mi mano más querida... ser tocada por su gracia y su cariño, ver esa sonrisa iluminada una vez más, convencer a mi ser más querido de cuánto lo ha sido y es... y me ayudara a reemprender mi camino. Vagué como fantasma en este mundo, observando desde el vacío, y un día encontré... un pedacito de algo que había perdido. Parecía estar allí de casualidad, justo delante de mí tirado en el suelo, una esquina de mi corazón que todavía no latía... y la recogí con esmero. La apreté junto a mi pecho e interior ausente, con una lágrima ardiente que orgullosa quería decirme: no... no lo conseguirás. Alguien entró en mi vida por sorpresa, otros le siguieron, y tratando de calmar su corazón herido con mi espíritu vacío... cada uno me dio una parte de mi alma, que sin saberlo la habían estado guardando todo este tiempo. Llegué a poseer la mitad de mi ser cuando llegó una nueva despedida, una huida desenfrenada, unida a unas cadenas que llevaban mucho tiempo en mis muñecas. Qué duro es andar cuando tiran de tí, que difícil es caminar cuando eres tú quien está aprendiendo a vivir... avanzando hacia delante, sin saber donde mirar, llego a donde ahora te observo envejecido año... y me doy cuenta de lo mucho que me queda aún por pasar. Dejé de ser yo aquél día, me mataste con fiereza y pretendes que vuelva a montar las piezas de mi propio puzzle... cogeré la mano de las personas que quiero, porque no me importa estar incompleta, si a mi lado les tengo.
Me giro de espaldas hacia tí, el terror hizo tal mella en mi que creí permanecer eternamente de rodillas, pero ahora me levanto para lanzarme de nuevo... al precipicio infante de cuyo futuro desconozco.

martes, 18 de diciembre de 2007

El Beso del Ángel


Eres inmortal... tan eterno como la luz, tan permanente como las estrellas que ya desaparecieron, llegando aún a nosotros su imagen y reflejo. Eres especial... siempre conmigo, nunca me has abandonado, y en todo momento he contado contigo. Cada noche antes de acostarme dedicando hasta mi último pensamiento, cada amanecer entre mis sueños, al despertar con tu recuerdo.
Nunca te separas de mí... eres bello, doloroso, punzante, hiriente y a la vez hermoso. Capaz eres de cautivar un alma más profundamente que cualquier cosa de este mundo, nada salvo tú puede mostrarme la verdad de mi ser, la existencia de todo lo que no puedo ver.
Una lealtad que no tiene límites, en cada instante de mi vida te haces presente, sabiendo que sin tí dejaría de vivir. Más que mi aire y mi alimento, sólo contigo se sustenta el latido de mi corazón. Jamás desapareces ni yo quiero que me abandones, soy quien soy por lo que me haces ser... lo que me hace presenciar todo cuanto me rodea de esta forma, lo que me hace luchar y empujar con todas mis fuerzas los obstáculos que se me pongan por delante. Observo la vida pasar, con cada cambio haciéndola mágica, con cada palabra dedicada un momento único y sin igual. Eres dulce, candoroso, tembloroso y amargo... pero eso es lo que más me gusta de ti. Que me guías sin trabas, sin ninguna ley que lo impida. Porque por tí respiro y vivo, caminando por este sendero de tan distinto color. Eres inmortal... eterno, porque eres... el amor.

martes, 4 de diciembre de 2007

Cruce de Destinos


Acunada entre los brazos de este ángel invisible, veo sus plumas cuando cierro los ojos, veo la luz reflejándose en el cristal... El viaje me obliga a continuar, me empuja con dureza en mi espalda, veo montañas detrás de mí. No puedo retroceder, cada vez que uno de mis pies va hacia delante, tras él se crea un gran círculo de arenas movedizas... a los lados el fuego quema con intensidad. ¿Qué me aguarda pues delante? La zarza de espinas plagadas de veneno no me permiten comprobarlo. Se pone a prueba mi fuerza, en entredicho mi aguante y valentía. Llega el momento de que cargue a la vez todo el peso sobre mis hombros y atraviese la bruma... para aparecer en un lugar incierto.
Las espinas que me van rodeando tienen rosas, son hermosas, tan bellas porque les falta florecer. Todavía sus pétalos no se han desplegado, y las espinas hacen sangrar mi piel. La sangre discurre por ellas como bebida, disfrutando del néctar procedente de mi corazón.
Me cuesta abrir los ojos y en ocasiones el miedo hace temblar mis rodillas, ángel que te encuentras espectante, puedes cruzar tú ¿esta peligrosa barrera? Haz que tus dedos alcancen los míos, sintiendo en ellos el calor... que me haga continuar.