martes, 13 de octubre de 2009

Plegarias de Sanación


Desde el silencio...
desde este amargo y triste silencio te escribo, deseando agradecerte una vez más, cada instante que estuviste conmigo. Ese roce de tu mano contra la mía al pasar, una sonrisa disimulada entre el tumulto y barullo de la gente... un beso apasionado cuando nadie miraba.
No sé qué será de mí mañana. Ni tan sólo sé que será de mí en apenas un instante...
quizás baje del cielo un ángel, quizá sane mis heridas, beba de ellas y regenere mi cuerpo y mi piel. Quizá me preste sus alas y me lleve a su lado, quizá me inunde las sábanas de blancas plumas y de flores sólo deje el rastro.
En silencio... sin apenas pronunciar una palabra, débilmente susurrando, te digo: no sé lo que ocurrirá. Qué será de mí en un futuro, qué será del futuro en cuanto yo deje de mirar.

Aunque una cosa es cierta, amado mío...
Nada de lo que el dolor signifique, nada de lo que las lágrimas hayan podido demostrar, tiene importancia ya.
El mundo... se queda tranquilo, las personas duermen y los poetas sueñan, al amparo de unas estrellas que siempre vigilan... a este azul y hermoso mundo.
¿Verán ellas todo lo que sucede? ¿Sabrá el cielo lo que se esconde en cada uno de nosotros?

En ocasiones pierdo de vista las respuestas...
Pero siempre hay algo que permanece, tu amor y tu risa, y el primer roce de labios que recibí de tí. No hay dolor ni desesperación en este mundo; que pueda compararse a esa sensación.

Cambiaste mi vida y mi universo, y esté donde esté, eternamente, te tenderé mi mano para que sigas contruyendo el tuyo.
Hace una noche hermosa... escuchemos este apresurado silencio, que aguarda, desolado... o esperanzado.

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